Desde mucho antes de conocer el campo del diseño gráfico ya éramos amigos de lápices, plumilla, gouche y otras técnicas de ilustración y pintura.
Con la llegada de los ordenadores y programas especializados todo ha ido cambiando, pero somos de los que pensamos que hay algo en las manos que una máquina no es aun capaz de imitar. Así, aunque los métodos de trabajo se han enriquecido con nuevas tecnologías que abren infinidad de posibilidades, todo sigue partiendo de un boceto, un dibujo, una mancha... sobre un soporte real. Eso hace que las imágenes resultantes tengan el espíritu y la calidez del trabajo hecho a mano.